Los besos dibujan el fuego en el corazón,
la calor remarca siluetas en el colchón
sus cuerpos reaccionan ante la sensualidad;
sólo queda su olor al llegar la soledad.
La noche y la adrenalina llegan a su fin,
angustia y frío arropan ahora al querubín;
mira al cielo a través de un empañado cristal
tras la luz que un día vió apagar en el hospital.
Cada jueves vuelve a la oscura esquina del bar
esperando, entre canción y canción, encontrar
a esa gente que le ayuda a olvidar su añoranza
buscando volver a fundirse en otra ardiente danza.
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